La superstición que rodea al color negro se remonta a miles de años atrás, posiblemente al Egipto faraónico. Asociado al luto, al mundo de las tinieblas, a lo ignoto, los egipcios detestaron al gato negro, superstición que heredó el mundo cristiano y que perdura, en algunos aspectos, hasta nuestros días. Del gato se dijo que sus colmillos eran ponzoñosos, su carne envenenada, el contacto con su piel mortal, y su hálito infecto.

Sin duda es durante la Edad Media donde el gato, sea cual fuere su color, pero particularmente si éste era negro, resulta satanizado hasta tal extremo que la sóla posesión de un gato negro bastaba para vincular a su dueño con la brujería. Por ejemplo, a principios del siglo XIII, “todas las personas que acojan un gato negro bajo su techo corren el riesgo de ser condenadas a la hoguera, según reza la bula “Rex in rama”. Claro que había, sin embargo, excepciones a esta regla: los gatos que lucieran en su pecho el llamado “dedo de Dios” (un mechón de pelos blancos) eran los únicos en librarse de ser masacrados.

Con esta suerte de estigmas, no resulta sorprendente que hoy en día la injusta fama del gato negro haya pervivido en multitud de refranes y creencias populares.

Así, por ejemplo, en España existe la superstición de que ver cruzar un gato negro por delante de nosotros, sobre todo en dirección de izquierda a derecha, nos acarreará una súbita mala suerte. En Francia el infortunio vendrá si se pisa la cola de un gato negro, y si este accidente tiene lugar antes del matrimonio, convendrá aplazar la boda como mínimo un año. En la Gran Bretaña del siglo XIX, sin embargo, el que un gato negro se paseara por delante de unos novios a punto de casarse representaba felicidad y fecundidad para los contrayente. Los gatos negros no dan mala suerte

Pero no todo son malas noticias. El gato negro en ocasiones ha conseguido desprenderse de su maléfica aura.En Gran Bretaña es el gato blanco el portador de los malos augurios, mientras que el negro es el que traerá la buena suerte al hogar, tal como reza este proverbio: “si negro es el gato de casa, los enamorados nunca correrán riesgos”.

Asímismo, en Kentucky existe la creencia de que la visita de un gato negro a una casa es señal de buena suerte, excepto si decide quedarse, en cuyo caso significaría infortunio.

Similar creencia existía en el pasado en torno a los marineros: consideraban que traía buena suerte tener un gato negro a bordo del navío, aunque no se podía pronunciar la palabra «gato», pues hacerlo acarrearía grandes desgracias en la mar. Tal vez para prevenir esta eventualidad, las mujeres de los marineros solían tener un gato negro en casa para asegurarse de que sus maridos volverían sanos y salvos.